Por qué fingir una sonrisa, te puede alegrar el día

Salud

  • sábado, 31 de diciembre de 2022

Se confirma la hipótesis de la retroalimentación facial que lleva décadas generando un encendido debate entre expertos en la materia

Desde que Joseph Nicéphore Niépce, precursor de la fotografía, utilizó una cámara oscura portátil para exponer a la luz una placa de peltre recubierta de betún, a los que se ponen delante de una cámara se les suele pedir que sonrían. Aunque acabemos de salir de un funeral, suframos una depresión de caballo o no nos apetezca posar para la enésima foto delante de un monumento, la tendencia natural y casi inconsciente pasa por estirar los labios, alzar las comisuras de la boca y enseñar los dientes. Los americanos dicen “cheese”, en varios países de Latinoamérica dicen “whisky” y en España decimos “patata”, todo con tal de generar una expresión facial de fingida felicidad. Esto en la era de Instagram se ha convertido en una dictadura diseñada por Mr. Wonderful.

Pues bien, una reciente investigación de un equipo de científicos de la Universidad de Stanford, publicada en la revista Nature Human Behavior, señala que este tipo de sonrisas postizas pueden hacernos un poco más felices.

Este artículo confirmaría la hipótesis de la retroalimentación facial, que llevaba décadas generando un encendido debate entre expertos en la materia. Esta teoría, sugerida por primera vez por Charles Darwin, se basa en la idea de que los gestos y muecas faciales no solo sirven a los humanos para expresar una emoción, sino que también funcionan a la inversa: fruncir el ceño nos puede llevar al enfado y la preocupación o simular una sonrisa a sentirnos mejor la mayoría de las veces.

No hace falta que digamos patata o que pongamos en marcha los seis pares de músculos que intervienen en la sonrisa, el equipo dirigido por el psicólogo Nicholas Coles ya lo ha hecho por todos nosotros organizando la Colaboración de las Muchas Sonrisas cuyos  objetivos eran muy serios: reunir a un grupo con partidarios, equidistantes y detractores de la hipótesis de la retroalimentación facial para diseñar tres experimentos ad hoc que complacieran a todas las partes y estableciera una conclusión lo más unánime posible. 

Las técnicas implicaban hacer sonreír a los 3.878 sujetos de 19 países que participaron en el estudio, pero los métodos fueron bien distintos. 

  • A un tercio de ellos se les pidió que utilizaran el método del lápiz en la boca, porque se cree que, al sujetarlo con los dientes, se activan los mismos músculos faciales que cuando sonreímos.
  • Otro tercio tuvo que imitar las expresiones faciales que veían en fotos de actores sonrientes -auténticos maestros en esto de la felicidad fake.
  • El último tercio recibió instrucciones para que movieran las comisuras de los labios hacia las orejas y levantaran las mejillas utilizando solo los músculos de la cara.

En cada grupo, el 50% de los participantes fingió sus sonrisas mientras veía imágenes alegres de cachorros, flores, fuegos artificiales y gatitos (ya se sabe, armas de felicidad masiva), mientras a la otra mitad se le ofrecía una pantalla en blanco. También se les expuso a los mismos tipos de imágenes, o su ausencia, mientras se les solicitaba que utilizaran una expresión facial neutra.

Para que ninguno de los participantes pudiera deducir cuál era el verdadero objetivo de las pruebas, Coles y su equipo añadieron al experimento otras tareas físicas y la resolución de problemas matemáticos sencillos. Después de realizar cada una de las tareas, los participantes evaluaron su grado de felicidad. 

Tras analizar los datos, los investigadores descubrieron un notable aumento de la felicidad en los participantes que imitaban a los actores sonrientes o que acercaban la boca a las orejas usando los músculos de su cara. La técnica del lápiz en la boca no obtuvo tan buenos resultados, probablemente porque exige un esfuerzo extra de la mandíbula incompatible con la felicidad y porque uno se debe sentir ridículo haciendo algo semejante durante más de 2 minutos.

"Experimentamos la emoción tan a menudo que nos olvidamos de maravillarnos de lo increíble que es esta capacidad. Pero sin emoción, no hay dolor ni placer, ni sufrimiento ni dicha, ni tragedia ni gloria en la condición humana", dijo Coles en una entrevista para la propia web de Stanford. "Esta investigación nos dice algo fundamentalmente importante sobre cómo funciona esta experiencia emocional". 

El efecto de fingir sonrisas, eso sí, no es lo suficientemente fuerte como para superar algo como una depresión, asegura Coles. Sin embargo, parece que sí puede alegrarte el día, como le sucedía a Harry el Sucio cuando disparaba a un delincuente con su revólver Smith & Wesson. Lo de fingir sonrisas, qué duda cabe, es un placebo de la felicidad bastante más inofensivo y universal. 

A multi-lab test of the facial feedback hypothesis by the Many Smiles Collaboration
https://www.nature.com/articles/s41562-022-01458-9

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