El tejido adiposo pardo, clave en la relación recíproca entre la obesidad y el calentamiento global

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  • miércoles, 15 de octubre de 2025

La sindemia global entre obesidad, desnutrición y cambio climático

La actual epidemia de obesidad se desarrolla en paralelo al calentamiento global asociado al cambio climático y, de hecho, los datos apuntan a que existe relación "recíproca y de retroalimentación" entre ambos factores, destacó Marta Giralt, Ph. D., catedrática del Departamento de Bioquímica y Biomedicina de la Universitat de Barcelona (UB). "Se trata de un nexo que constituye actualmente un nuevo e interesante tema, en torno al cual se plantea una serie de cuestiones, entre ellas, de qué manera afecta el cambio climático a la pandemia de obesidad y a su vez qué impacto tiene esta sobre el cambio climático", comentó la especialista.

La publicación en 2023 de un artículo sobre el tema en The Lancet ha sido determinante para "disparar" el interés que suscita actualmente esta cuestión entre los expertos. En dicho estudio se habla de la existencia de una sindemia global entre obesidad, desnutrición y cambio climático.

Los autores explican que este término es el resultado de las palabras sinergia y epidemia y se define como "la presencia de dos o más estados de enfermedad que interactúan de forma inversa unos con otros, afectando negativamente el curso natural de la trayectoria de cada patología e incrementando la vulnerabilidad".

La evidencia epidemiológica sugiere que el aumento de las temperaturas ambientales contribuye a las crecientes tasas de sobrepeso y obesidad a nivel mundial. Existe gran impacto en la producción de alimentos, lo que acarrea malnutrición, es decir, no solo desnutrición, sino también alimentación obesogénica. A esto hay que unir que el calentamiento global también afecta al gasto energético disminuyendo la actividad física y minimizando la necesidad de termogénesis fisiológica. El tejido adiposo pardo parece tener un papel determinante en la relación entre obesidad y cambio climático: interesa saber de qué manera afecta a la obesogénesis la represión permanente de la grasa parda (evento patogénico ya conocido en obesidad y relacionado con las comorbilidades) debida a las altas temperaturas. Si bien esta asociación entre grasa parda activa y metabolismo sano en humanos no está clara, actualmente hay investigaciones en marcha en modelos humanos y roedores dirigidas específicamente a entender el impacto de la represión del tejido adiposo pardo mediada por el calor en la salud metabólica. Los resultados de diferentes grupos de trabajo apuntan a que el papel endocrino de la grasa parda podría explicar esta asociación. En este sentido, una de las cuestiones que más interesa es el hecho de que con la activación de esta grasa la respuesta inmune se altera y aumenta la inflamación, ya que las células inmunes están implicadas en el control de la actividad termogénica del tejido adiposo.

Con respecto a las principales evidencias arrojadas por estudios en los que en un gradiente de Norte a Sur se analizó la temperatura ambiental en España y estudió la regulación de la expresión de genes en el tejido adiposo, en concreto, se ha observado disminución relevante en la expresión de genes implicados en el pardeamiento del tejido adiposo de personas que viven en zonas con altas temperaturas ambientales. Esta represión estable de la capacidad termogénica podría contribuir a la mayor prevalencia de la obesidad. Por lo tanto, el papel endocrino de la grasa parda podría explicar la asociación entre la grasa parda activa y un metabolismo sano en el sistema humano. Asimismo, la evidencia sobre la importancia de los procesos de termogénesis adaptativa en respuesta a la temperatura ambiental en la población humana nos lleva a considerar que el bloqueo de estos procesos en condiciones de altas temperaturas proporcionaría una explicación fisiopatológica del efecto inductor del calentamiento global sobre la obesidad

Por otro lado, está demostrado que la vinculación entre obesidad y calentamiento global es bidireccional y recíproca: El aumento de la emisión de gases con efecto invernadero puede incrementar la polución del aire favoreciendo la disregulación endocrina. Asimismo, el calentamiento global tiene impacto negativo en la producción local de frutas y verduras, lo que altera la nutrición favoreciendo una dieta obesogénica, pero también propiciando la producción de alimentos con valor nutricional limitado, dando lugar a la malnutrición. Se sabe que el calentamiento global también disminuye el gasto de energía asociado al ejercicio físico y la termogénesis. Independientemente de múltiples factores biológicos y socioeconómicos, existe relación significativa entre la temperatura y la prevalencia de obesidad.

Pero no solo las altas temperaturas participan en este proceso, sino que otros estudios realizados en este sentido sugieren que reducir la exposición al frío ambiental podría tener efecto dual sobre el gasto de energía, tanto minimizando la necesidad de termogénesis fisiológica como reduciendo la capacidad termogénica de la grasa parda. una investigación llevada a cabo en 2021 demostró que las temperaturas extremas se asocian a índice de masa corporal más alto, evidenciando robusta asociación en forma de U entre temperatura e índice de masa corporal tanto en niños como en adultos, efecto en el que influyen no solo las temperaturas más cálidas, sino también las muy frías. Así, se observó que las temperaturas confortables en invierno (en interiores) favorecían el aumento de la obesidad. Por tanto, podemos decir que el calentamiento global reduce el gasto de energía y que una razón de esta reducción es el aumento del tiempo que se pasa en condiciones de confort ambiental, factor que puede reducir la capacidad termogénica y favorecer la pérdida de grasa marrón, como elemento independiente a la disminución de la actividad física.

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